viernes, 21 de septiembre de 2012

A CIEN HORAS DE TI



 


 



 A CIEN HORAS DE TI


 
       A cien horas de ti mis días no son lo miserables que pensé que serían, son silenciosos sí, incluso podría decir que siguen en shock pero no están desahuciados... están vacíos, veo el  contorno de ellos al amanecer y cuando anochece pero en el medio no existe nada. Nada que me motive a abrir los ojos, nada que me haga sentir la vida o intentar entender lo que sea que este sucediendo ¿por qué no estás? Grita un corazón de labios secos y boca amarga.

         No puedo atinar a decir algo, ni siquiera a mí misma, perdí la memoria reciente, solo me quedé en el recuerdo de la última vez que te besé viva y luego ausente, recuerdo que estabas linda pero casi no recuerdo nada que haya ocurrido a mi alrededor, si tengo claro que no me sentí sola, me sentí protegida, cuidada pero son imágenes indescifrables.   
      
         Después solo el silencio y si acaso mi llanto ahogado en la almohada y siempre, siempre las manos de mi Álvaro acompañándome sin romper el silencio... y esa sensación de irrealidad, de no entender lo que veo y sentir que nada es verdad. Sigo respirando y en mi cabeza solo habita un signo de interrogación asustado que aún no reúne el valor para hacer su pregunta... y yo, con el dolor en mis manos vacías, sin poder hablar, con el corazón encogido de pena... ¿qué pasó mami?

       Tengo una sensación de incredulidad que me embarga, me sobrepasa, se sobregira y se desborda en una realidad demasiado grande para mi cabeza... no puedo entender, solo tengo lágrimas secas que me arañan los ojos cada vez que pretenden salir y ese rayo de dolor que a viva fuerza me quiere abrir la cabeza para que la verdad pueda entrar a donde todos mis sentidos le cerraron la puerta. Pero no estoy para verdades ni mentiras o ambigüedades falsas o ciertas... simplemente no estoy...

          Hoy grité fuerte después de mucho tiempo y la casa me devolvió una resonancia que no le conocía, me asusté porque esperaba un sonido y no un silencio tan grande, traté de encontrar respuestas en las paredes que bajaron su mirada para no ver mi confusión... nadie me respondió, me quedé sola con el eco en mi corazón que por fin aceptó que te amo con todo el corazón y te extraño con todas mis fuerzas, pero que no estás, que solo me queda tu ausencia y que ese gran vacío que hoy siento en mi vida eres tú, que más que una madre, eres una compañera, cómplice de travesuras y "maldades", mi pepe grillo relajado y sin culpas pero siempre sabio y acertado... con ese talento extraño para dejarme decidir lo que tú sabías que era bueno para mí.

          A cien horas de ti en realidad recién me despierto del sopor  en el que me sumí desde que te fuiste... sabes que no recuerdo nada, casi creo que por 3 días me fui a buscarte y hoy que regreso fracasada de mi búsqueda, este grito inesperado me hizo tomar  conciencia que sigo viva y tú no.
     

Lima, 9 de mayo de 2012